Gota a gota

      Estaba sentado en su barco. No era muy grande, simplemente un bote en el que disfrutaba de la evasión... De no estar atado a tierra. El día, que había comenzado con los fuertes y luminosos rayos del sol, se tornó plomizo y ceniciento, tal y como el humo de las hogueras apagadas al amanecer del 24 de junio.
Notó un escalofrío que le recorrió el cuerpo por completo. Se acercaba el momento. Cogió el paraguas que tenía al lado y lo abrió. El viento se paró en seco y luego, llegó su regalo. Comenzó a llover. No sabía porque pero siempre le relajaba. Observaba como las gotas de la lluvia en demasía caían sobre la superficie planchada del mar. Como el mismo momento se repetía por toda la superficie y la música de agua se adueñaba de él. Parecerá mentira, pero hay muy pocas personas que sepan apreciar estas cosas de la vida...

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