Quiéreme si te atreves.
He estado mucho tiempo buscando alguna forma de decibir la euforia de ser uno mismo, y hoy la he encontrado. Me la pasó un amigo de Málaga que es un enamorado del cine romántico y no obstante, a pesar de que yo no lo sea, este fragmento es buenísimo. Seguramente much@s lo reconocereis, así que el final me he tomado la libertad de cambiarlo añadiendole algo de mi propia cosecha. Espero que os guste:
Era felicidad en estado puro, brutal, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rayas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd , éxtasis... Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenio... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que la cara B de Abbey Road, los solos de Hendrix. Mejor que el pequeño paso de Neil Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, la fortuna de Bill Gates, los trances del Dalai Lama, las experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, mejor que la vida. Era solo lo que quería ser, y esa sensación no la podía cambiar nadie. Euforia, alegría, júbilo. Cada átomo y molécula que formaba su cuerpo se movía totalmente a expensas de su celebro, dirigiéndose allí donde únicamente quería dirigirse. No había ni opiniones de terceros ni lo que pensara el mundo. Era libre. Era puro. Era él mismo. Había encontrado el sentido de su vida.