Nunca tocarás el suelo
Confiar
en ti mismo, correr sobre la línea que separa dos mundos, que diferencia el éxito
del fracaso, la locura de la cordura. Correr sin mirar atrás. Tropezar. Caer.
Una nueva batalla por levantarte, pero lo haces. Sigues corriendo por la
delgada línea del horizonte que separa el cielo y el mar. Haces el amago de
caer pero no rozas el suelo y sigues pisando fuerte.
Te
comes el mundo. Todos los puñales, todas las dagas que te han lanzado las
esquivas mientras intentas no dejar de correr. Avanzas sobre la línea. Confías en
ti mismo, sin importar lo demás, solo tú y alcanzar los sueñoa que se evaporan
entre la noche y el amanecer. Corres sin mirar atrás. Confias en ti mismo.
No
dejas de correr. Persistes. Caes. Te levantas. Te duele el pecho por la falta
de aire. No paras. Sigues adelante. Sufres. Lloras. Cierras los ojos, y pase lo
que pase, continúas corriendo. Sin parar, sin ceder, sin tener miedo. Así y
solo así, nunca tocarás el suelo.