Agridulce Sinfonía
Llego
de madrugada y lo primero que hago es poner el portátil encima de la cama, el
móvil a cargar, y miro tus fotos. Me siento como un maldito quinceañero. Me
encanta perderme en el brillo de tus ojos castaños con algún que otro tono
verde a la luz del sol, tu pelo negro como el azabache pulido y hundirme en el
mar de tu sonrisa.
Siento
como si te conociera de toda la vida. Como si en algún momento del pasado
vivido ya te conociera y ahora volvieras a aparecer en medio de mi camino, en
un momento en el cual las estrellas y la luna no brillan y las nubes ocupan los
cielos apagados.
Te
veo y sonrío. Me entra la risa floja y me imagino lo estúpido y torpe que
resulta esto, la tontería más grande del mundo construida sobre aire, tierra y
cielo. Sobre una foto, sobre una sonrisa y un futuro incierto, sobre un lugar, un
mundo, y algún te quiero que llegará con el tiempo.