El momento de rendirse es nunca
Silencio.
Cojo aire, inspiro y expiro, pero sigo en silencio.
Camino
bajo el susurro de los árboles que me muestran sus conocimientos con cada hoja
que cae del cielo, pero luego me paro.
Miro lo que creo que es mi salvavidas y resulta
ser una boya de plomo. Noto como mi corazón me grita que me aferre a la muerte
segura siguiendo el instinto de la carne, mientras algo en el lado derecho me
dice “espera, no seas un cobarde, hazme caso a mi”.
Retomo
el eco de un latido que vuelve, de un segundo corazón adormilado por el humo, un latido que había sido asesinado por el
tiempo pero ahora lo noto, recuerdo como me había dicho que cada lágrima era un
recuerdo que se iba, y que cada tristeza, era un paso más cerca de la alegría
del mañana.
El
momento de rendirse es nunca.