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Mostrando entradas de octubre, 2012

La senda del Pirata

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El navío se movía veloz sobre las aguas grises del océano. La Rosa Negra volaba sobre las olas, mientras que Eolo hinchaba sus velas de tonos dorados y ocres, al tiempo que la lluvia y el viento soplaba alzándola sobre el mundo. Tan solo las estrellas y los farolillos del otro buque iluminaban la noche. Los gritos de los marineros para el zafarrancho de combate recorrían la cubierta. La bandera de los abordajes estaba casi izada, y en sus corazones, lo único que existían eran las ansias por conseguir otro buque más, las ansias de seguir siendo libres y dueños de sus destinos al margen de la ley de tierra, viviendo solo con la ley de los siete mares. Arriba, en el palo mayor, te sentías el autentico dueño, amo y señor del mundo que te rodeaba. Las constelaciones te acariciaban, mientras la noche era cómplice de aquellos desgraciados que se fiaban de los mares tranquilos, aparentemente vacíos de piratas. Suena la voz del capitán. Cojo el sable y me lo cuelgo de la cintur

Los ojos que hablan

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Los ojos le brillaban bajo los focos del salón. La picardía le ardía en el interior de las pupilas mientras yo me quedaba pasmado observándola. Hacía tiempo que unos ojos y una sonrisa no me llaman tanto la atención. Desenfadada. Sonriente. Según ella algo llorona, pero  aún así con carácter, e incluso puede que ese brillo que iluminaba el salón escondiera algo más. Quién sabe, esa sonrisa de no romper un plato y al mismo tiempo romper la vajilla me tenía al borde de la locura. Es algo raro, es esa sensación que nunca has sentido, pero que tienes miedo de sentir. Tal vez ha llegado el momento de dejarse llevar… Como con las olas. Había millones de sonrisas por el mundo, y no sé por qué, elegí quedarme con la tuya. Por cierto, se que una vida no sería suficiente para besar todos y cada uno de los poros de tu piel.

A la inversa del mundo

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Un mundo al revés donde la tierra es el cielo, y el horizonte está a tu lado. Donde la lluvia nace de los océanos, y los peces nadan por las nubes, donde las lágrimas de alegría abundan, y las de tristeza, no llegan ni a las dos gotas por millón. Un universo donde las estrellas nacen en la tierra, y donde el sol gira alrededor de nosotros, una tierra donde la libertad no se compra, y el viento, es el único gobernante del albedrío. Donde el único fuego que quema es el que nace de nuestros corazones, donde la única agua que brota, lo hace desde nuestras bocas. Donde la electricidad solo se siente cuando la luna llena nos deslumbra, cuando las mareas nos cubren y nos rodean de espuma. Un mundo al revés tan sencillo de crear,  que tan solo tienes que imaginarme a tu lado para sentirlo.

Pequeño Gran Paso

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Cuando una persona deposita en ti su confianza te vuelves su esclavo.  Si alguien te designa para alguna labor o para algún tipo de tarea, y la responsabilidad es muy grande, es necesario responder con honestidad y valía ante ese reto que se puede presentar, de lo contrario, habrás dejado tanto tu valía como tu honor a la altura del betún. Siempre he escrito acerca de cómo coger al toro por los cuernos, o de cómo no darse por vencido, pero creo que por una vez me ha llegado el turno de hacerlo sin miramientos. Me preguntaron si me creía capaz, me preguntaron si estaba seguro, y mi respuesta fue un sí que salía del corazón. Un sí regado con viento, tierra y mar. No sé lo que me puede deparar esta acción, ni tengo muy claro si obro bien u obro mal. Lo único que sé, es que ha llegado la hora de hacer justicia con una tierra que ha sufrido más de lo que debía sufrir, y nadie ha puesto el grito en el cielo para evitarlo. Es posible que me den hostias, es probable que me ma

Última Fortaleza

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Estaba en la cima de la muralla observando su reino. El sol se ponía por la boca de la ría, las murallas del castillo se teñían del color del ocaso, y los albatros buscaban los últimos rayos del sol. Observó con detenimiento las grandes praderas que nacían en el puerto, y que morían en las grandes montañas bañadas de pinos, castaños y robles. Dejó que el viento le acariciara el rostro, y que éste le trajera desde el mar el aroma salado que lo vio crecer. Miró al sur, a las nubes oscuras, rojas y siniestras que eran sinónimo de tormenta y de batalla. Miró al cielo con el alma ardiente y con el espíritu encendido. Miró con los ojos del corazón. Había luchado durante largo tiempo para proteger ese remanso de paz que había oculto en el mundo. Sacrificó su futuro y su descendencia a cambio del bien de todo un pueblo, y ahora, después de todo lo hecho, su sueño peligraba. Pero no tenía miedo, sabía en quien confiar. Clavó la vista en la oscuridad que se aproximaba, agarro con

Un latido

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Fallan las fuerzas y flaquean los ánimos. Se derrumban los muros y la oscuridad comienza a asolar tu pequeño reino, pero entonces se obra el milagro. Abres los ojos despertando de un sueño en el que no recuerdas haber caído mientras una explosión de luz rodea todo tu ser y toda tu vida. Abre la boca, intentas gritar de felicidad y una onda expansiva destroza y barre todo aquello que jamás debió existir. Barres de un plumazo todos y cada uno de los males que te asolaron en el pasado. Luz. Fuerza. Guerra. Caradura. Ansias de victoria. Lucha. Lucha. Lucha. Correr y saltar. Vivir la vida como merece ser vivida. Gritar con los amigos y cogerse una buena borrachera. Reírse hasta que te duelan los abdominales y llorar con la emoción de que ha muerto un sueño, porque un sueño solo muere, si este se hace real. Un fuego artificial que cruza el cielo y estalla en miles de centellas de colores, mientras el mundo se consume bajo nuestros pies sin tocar el suelo. Un mundo que ha nacido de

Vivir la vida

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Me enseñaron a seguir adelante, a caer y a levantarme, a siempre mirar adelante. Me enseñaron que la vida es corta y a veces no es agradable, que muchas veces pisas cristales y que, en algunas ocasiones, corres entre rosales. Me enseñaron que cuando el cielo se nubla y amenaza con tronar, no debes pararte, simplemente camina, mira al cielo, y espera que pase. No hay tormentas eternas ni mares que no amansen, no hay tierras que dejen de temblar ni vendavales que no se calmen. Disfruta de la lluvia que cae sobre tu cara y no dejes que las lágrimas te amarguen, pues la vida es eso: Sol, lluvia, tormentas y mares. La vida es caminar el camino tal y como tu deseas. Con sus piedras y sus recovecos, sus atajos y sus penas. Vivir como tú quieres, como tú deseas, no como los demás quieren que seas. Vivir, Vivir y Vivir, y es así como vivirás sin penas.

Esa sensación mágica

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Esa sensación de alegría que hace que se te ericen los pelos de la nuca. Ese gusto que sientes en la punta de los dedos y de los nervios, ante la lucha encarnizada que se presenta. Esa felicidad de que el bien triunfe sobre el mal a pesar de las calumnias, puñaladas, y trampas que ponga el destino. Alzar la cabeza mientras eres consciente de lo que se juega en este partido. Mirar confiado y sin cordura al destino, dispuesto a empalarte en una lanza si con ello puedes acabar con otro de los malos, arrancártela del pecho una vez el otro haya caído, y continuar luchando. Sí, esa es una sensación mágica la de luchar por los sueños y por la tierra, la de enfrentarte al viento y a las mareas por la verdad, la de levantar la espada en lo alto, y dirigir una carga contra las oscuras y rojas Hordas del Caos. Ese sentimiento de que se lucha por y para lo correcto. Para que os  hagáis  una idea, es como la sensación que se tiene cuando miras al cielo azul, y no ves nubarrones que

Aún es demasiado pronto para caer.

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Se apuntalan las horas mientras las torres de los sueños comienzan a caer, se cierran las puertas de la Ciudadela de los Sueños, donde los corazones, llenos de nostalgia, esperan sentados a la orilla del tiempo por su última bocanada de aire. Se escucha el mar al otro lado de la niebla, mientras la luna ilumina las nubes que no la dejan salir. El frío cala hasta los huesos, mientras que el corazón llora al alejarse de lo que en el pasado le dio la vida. Llora, sí, pero hasta el instante en el cual se queda sin más lágrimas que echar. Es entonces cuando baja el puente levadizo de la ciudadela para dar paso a aquellos que se dirigen allí a morir, me quedo de pie mirando el arco de piedra que me recibe con los brazos abiertos, y sin saber por qué, me doy la vuelta. Me seco las lágrimas, aprieto de nuevo el fuelle que aviva el orgullo dormido antaño, y levanto la mirada. Aún es demasiado pronto para caer.