Los ojos que hablan
Los
ojos le brillaban bajo los focos del salón. La picardía le ardía en el interior
de las pupilas mientras yo me quedaba pasmado observándola. Hacía tiempo que
unos ojos y una sonrisa no me llaman tanto la atención.
Desenfadada.
Sonriente. Según ella algo llorona, pero aún así con carácter, e incluso puede que ese
brillo que iluminaba el salón escondiera algo más. Quién sabe, esa sonrisa de
no romper un plato y al mismo tiempo romper la vajilla me tenía al borde de la
locura.
Es
algo raro, es esa sensación que nunca has sentido, pero que tienes miedo de
sentir. Tal vez ha llegado el momento de dejarse llevar… Como con las olas.
Había millones de sonrisas por el mundo, y no sé por qué, elegí quedarme con la
tuya.
Por
cierto, se que una vida no sería suficiente para besar todos y cada uno de los
poros de tu piel.