A veces la libertad
A veces cansa luchar. A veces cansa tener que levantarte cada puta mañana y ver que nada ha cambiado, el mirar por la ventana sabiendo que queda un día menos para un desenlace que ocurrirá tarde o temprano, y que te dejará tocado, marcado y herido. A veces cansa y jode el no tener la inspiración suficiente para escribir, el no poder curar enfermedades incurables, el no tener control sobre los sueños de cada uno. A veces sientes que todo lo que haces y por lo que luchas no sirve de nada, que en mi caso, el escribir dos libros y medio con 20 años es una patochada, que el estar en tercero de ingeniería en propulsión es lo normal, y que el sacrificio mientras lo llevas a cabo es algo inútil. Los sacrificios jamás han sido inútiles, y cuanto mayores son, mayores son los sueños cumplidos. Te tiras dos días que no levantas cabeza, pero luego te envalentonas y te levantas de la silla, te das cuenta de que a veces lo que hay que hacer es cerrar los ojos y correr tan rápido como te de