Simplezas
Miro las
estrellas mientras el tiempo no se para, como siempre. Sonrío, vuelvo a
sonreír, y la felicidad se filtra por cada poro de mi rostro, por cada célula
cargadas de vida y de ganas.
Dejamos
atrás el peaje y a la trabajadora de Audasa con el ticket en la mano tras
salir quemando rueda. Sigo sonriendo. Amigos, algo más que amigos, ya casi
familia. La ría de Vigo a la derecha y a la izquierda, el resto de Galicia. El
termómetro a 9 grados pero estamos sudando, no sabemos si consecuencia de la condensación,
o por las risas de haber atropellado al espíritu santo… Palomas suicidas que se
estrellan contra la luna delantera de tu coche en plena crisis.
Pero
aquí sigo, feliz y contento, y es entonces cuando me doy cuenta de cuanto se
pueden llegar a atesorar estos momentos, de cuanto puedes albergarlos en tu
corazón, de las risas con los amigos, de los chistes tan sumamente malos que
hasta dan ganas de pegar, de los abrazos, de los consejos, de todas y cada una
de las estrellas que te guían por el camino de los sueños. Sonríes mientras
miras a través del cristal y entonces piensas en la suerte que tienes, la
suerte de ser tan sumamente feliz con cosas tan simples.
Amo mi
forma de vivir, sobretodo, si vivo de una forma tan humilde y sencilla.