Supernovas
Me
arde la boca, me sangra la lengua, y mis ojos lloran bajo el estío de las
estrellas. Noto el sabor de la sangre mezclada con el alcohol en mi garganta,
el cóctel que se forma con las lágrimas de mi corazón. Noto el dolor de besarte
entre las sábanas y la noche, el despertarme por la mañana sabiendo que no
estás a mi lado.
Hay
amores que matan y otros que mueren matando, incluso hay algunos que permanecen
dormidos durante largo tiempo antes de resurgir de sus cenizas, de implosionar
como supernovas en el firmamento creando el material del que están formados los sueños.
Un
sabio me dijo una vez: “Un amor verdadero no es el acomodarte a una persona ni
que la otra persona se acomode a ti, si no el renunciar ambos a algo, y con
ello, comenzar a levantar vida, comenzar a erigir algo nuevo.”
Te das
cuenta en ese instante de que todo aquello que llevas buscando durante tanto
tiempo lo tienes delante de tus propias narices, que lo tienes pegado a tus
ojos y rozándote los labios, que no hay nada que se encuentre en horizontes
lejanos ni en tiempos perdidos.
Y es
que en el corazón, hay cuestiones que la razón nunca entiende, y es la hora de dejarse llevar de una vez por todas.