Déjalo latir
Te revientan los oídos, no puedes
respirar, todo se nubla a tu alrededor, pierdes la conciencia, y caes al suelo
como si fueras una plomada. Te despierta la voz de alguien que ni conoces,
vuelves a la vida de un sueño del que no te quieres despertar, te hundes de
nuevo en la decadencia del mundo real.
Caminas bajo la lluvia con la cabeza
agachada, notando como los nudos de la garganta y los besos no correspondidos
se hacen más fuertes, con la obsesión de sus labios recorriéndote la cabeza,
los nervios, y el fondo del pecho.
Se te humedecen los tenis y se te encharca
la cazadora, pero sigues caminando bajo los farolillos de la calle principal de
la ciudad, bajo la atenta mirada de las gotas de lluvia que vuelven de su círculo
vicioso, pero esta vez me han calado hondo las lágrimas del cielo. Hoy no quiero llevar un paraguas, esta vez, quiero
aguantar yo solo el chaparrón.