Del oír campanas y no saber donde
Se tejieron mentiras durante noche y
día, durante eternidades despobladas de la humanidad sin motivo aparente. Se
escogieron fragmentos de verdades efímeras para finalmente convertirlas en
mentiras crueles y despiadadas, capaces de destruir todo aquello que tocaban con
el simple soplo de la brisa del mar.
Se oyeron campanas a lo lejos, en la
mayor de las lejanías posibles, pero no se atisbó campanario ni campana alguna,
se pensó sin consecuencias, se dejó volar la imaginación sin la cuerda de la
realidad que te ata al mundo, y la consecuencia es dejar que el viento te lleve
a donde le dé la gana, allí donde mueren las rocas empapadas en espuma de mar
bajo el atardecer del ocaso.
Honor; Uno de los antiguos ideales que
debe prevalecer al paso de las lunas, una palabra que encierra tras de sí una
enorme responsabilidad, y por lo tanto, una ardua defensa que no puede flaquear
en ningún momento, ante nadie, ni mucho menos por algo que se invente la
imaginación u oído sordo de alguien a la primera de cambio.
Hay cosas que se tienen que defender
hasta el final acarreando las consecuencias que sean necesarias, pero la
familia, los amigos, el respeto, y el honor de uno mismo, son cosas que jamás se deben tocar, y es por ello, que ha llegado la hora de defenderlo.
De quien sea.