End of all hope
Cierra
los ojos, sube el volumen de la minicadena al máximo, y escucha la letra de la
canción que te lleva a tus raíces, unos 7 años atrás.
Es una canción que aclama por el ángel que trae el fin de la esperanza, que llama y ruega por el aliento de
ultratumba que te pone los pies en el suelo y la vista en la realidad, que encumbra el momento en el que los primeros caídos fueron los que dieron pie a la batalla.
Se
acerca la hora. Te sientas sobre la cama mirando fijamente un punto. Te centras
tanto que hasta notas el calor de tu mirada sobre la nada, y vuelves a cimentar
con tiempo y mimo cada ladrillo, cada pared de adamantino, cada hoja lacada de
diamantes y titanio, sobre la carne desgarrada y cauterizada por el fuego.
Suenan
los bajos y el teclado. El frío del suelo se cuela por tus tobillos y se
instala en la base de tu columna mientras la frase “End of all hope, the end of the time, the rest is silence” retumba
en las pareces, y entonces recuerdas los cristales pisados, las ascuas
atravesadas, y los puntos de la rodilla izquierda que te obligaron a seguir
adelante.
Es
hora de ponerse la tirita y de volver a correr, si es que alguna vez he dejado
de hacerlo.