Heart´s force
Se abre la puerta del ascensor.
Notas como el pulso palpita en tu cuello, como sudas y la
camisa se te pega a la piel, y te das cuenta de que no era buena idea llevar el
abrigo puesto dentro del edificio.
Te sientas a esperar, te llaman, y entonces notas la
garganta seca, no te salen las palabras de la boca y, esa sensación de temor
que tenías semanas atrás aferrada en un rincón del estómago, se desata como si
la horda del Caos cabalgara sobre la tierra sin nada que pudiera hacerle
frente.
Te cuentan su película llena de días de verano y aire
primaveral, pero en el fondo, en tu corazón, sabes que una parte de lo que te
dicen no es ni tan siquiera la milésima parte de la verdad. Lo sabes porque te
has leído todo lo habido y por haber sobre ello.
Te toca hablar, te entra la risa floja, y cuando te
quieres dar cuenta, estás poniendo todo aquello que cargaste desde la otra
punta del mundo, y destruyes pilar por pilar, ilusión tras ilusión, cristal
tras cristal. Te vienes arriba tu solo. No sabes por qué, pero la balanza que
equilibraste no hace mucho de razón e instinto ahora es la que te guía por el
camino.
Pasan horas, te levantas, coges el premio a tu defensa y
te alejas con las piernas temblando y la sonrisa grabada a fuego no, lo
siguiente. Sabes que has acertado, sabes que no te han silenciado, y por lo
tanto, has cumplido con todos y cada uno de los ideales que juraste defender.
Cumples con aquello que has prometido.
Ahora se apagan las luces, suena la música, y el ambiente
fiestero de la ciudad reclama tu presencia. Te calzas las botas, te echas
gomina, te cierras la camisa, y te largas por la puerta grande con el corazón
que no te cabe en el pecho.