Tranquilamente nervioso
Como
dijo un sabio, “En Galicia no se pide. Se lucha.”
No sé cuánto
tiempo duraran las ganas en mi corazón, ni cuantos minutos podré soportar la
presión en el pecho, o tan siquiera sé si en cuestión de segundos todo
reventará en mil pedazos dejando tras de sí el polvo y la brisa de lo que ha
sido mi existencia. Es el precio a pagar por no poder negar los sentimientos
por siempre.
Me
dicen que estoy loco. Que soy gilipollas. Que es una completa locura. Que tengo
la opción de olvidarte y resignarme, de coger, cerrarte las puertas de mi vida
en todos los sentidos habidos y por haber, pero no creo que pueda… Y
sinceramente, no creo que tampoco quiera hacerlo.
Me
dicen que dome mi espíritu; que le ponga correas, clavos, y hasta esparadrapo
si es necesario, que frene los sentimientos y que cese en mi locura, que mida
todas y cada una de las palpitaciones de mi corazón, que mida mis sentimientos…
Pero es que la medida del amor, es amar sin medidas.
Es
como pedirme que te llame “Idiota” o decirte “Te odio” sin que me salga esa
sonrisa sinónimo de un “Joder, no sé qué haría ahora sin ti”, y lo único que
puedo pedirte, es que pienses en mi cuando
pases todas las noches de tu vida soñando, para que yo pueda pasar el resto de
mi vida cumpliendo tus sueños.