La Firma
Podría
haber escrito algo durante estos últimos 6 días, podría haberlo hecho, pero si
os cuento la verdad, me los he tirado pensando muy detenidamente en lo que iba
a hacer ayer día 20 de diciembre. Siempre he defendido que una persona habla
por sus actos, no por sus palabras, y que son estos los que definen la fuerza
de los ideales, de los pensamientos, y de tu forma de ser.
Durante
algunos días he de decir que he pasado miedo, que pensé una décima de segundo en
que estaba como una completa cabra, pero hoy, cuando tenía el bolígrafo en mis
manos y lo deslizaba sobre el papel, se grababa a fuego en mi mente la frase:
“Alguien tiene que hacerlo, y ese alguien eres tú”.
Hoy he
madurado finalmente. Hoy he dejado de ser un adolescente pseudoadulto para
convertirme en una persona consciente de sus actos y de sus acciones, consciente
de lo que acaba de hacer.
Ya no
hay camino sencillo. Ya no hay vuelta atrás, y sinceramente, aunque la hubiera,
tomaría la misma decisión que he tomado en este momento, y era la de poner el
punto y final a un trabajo que me ha llevado exactamente un año entero. 365
días separándome de gente a la que quiero y respeto por encima de cualquier
cosa para que no pudieran hacerle daño, atando cualquier cabo suelto, y preparando
el terreno para enfrentarme a lo que se me viene encima con más de media decena
de ofensivas posibles.
Me
darán igual las amenazas, me darán igual los insultos, y por supuesto, estoy
preparado para lo que pueda venir, sea lo que sea. Soy consciente de que
seguramente buscarán trapos sucios para poder joderme la vida, incluso si se
trata de mi vida privada, pero estoy completamente seguro de que todo lo que he
hecho en esta vida, lo he hecho siguiendo mis ideales, he seguido aquello en lo
que creo, en lo que pienso, y lo que defiendo. Gracias a Dios no tengo nada que
ocultar.
No os
tengo miedo, y la prueba de ello, ha sido la del viernes 20 de diciembre del
2013, prueba de ello es esta entrada, y prueba de ello, es que jamás he bajado
la mirada cuando nos hemos mirado fijamente. No os tengo miedo, no lo tengo, y
tal y como le he prometido al pueblo, voy a hacer todo cuanto esté en mi mano
por cambiar las cosas, aunque me vaya la vida en ello. Pienso llegar hasta el
final, y voy a hacerlo. Soy Xosé Miguel Mahía Prados, y cumplo con lo que prometo.
Sivis pacem para bellum; Los que quieran la
paz, que preparen la guerra.