Sin mirar atrás
Me
despierto en medio de la noche sudando, completamente mojado, queriendo gritar
pero sin poder articular palabra alguna. Sueño una y otra vez con esa maldita
cara, con esa máscara que se ríe de mí cada vez que tropiezo y que me mira con
aires de superioridad infinita.
“Tú, tú odias, tú me odias.” Repite
eso una y otra vez mientras se ríe de mí, mientras sus ojos vacíos me clavan la
mirada y me atraviesan como si fuera un florete estacado en un hombre de paja. Mientras
noto la vibración de su voz bajo la capa de piel y por encima de la carne.
Patino.
No puedo ponerme en pie por que el suelo esta resbaladizo y sigue riéndose de
mí, ya lo lleva haciendo un buen rato, exactamente el mismo tiempo que llevo queriéndome
poner de pie… Sí, quizá por eso la odio.
Entonces
paro, me siento en el suelo y no hago absolutamente nada. La miro fijamente. Silencio.
Silencio. Silencio. Se calla. Se enfurece. Se carga de ira porque no puede
reírse más y explota en decenas de pedazos.
La
única forma de dejar de odiar a los problemas, es enfrentándote a ellos.