Veo fuego

Me dijeron que veían humo. Mucho humo. Que había tanto en el aire que asfixiaba los pulmones y aletargaba los sentidos, que frenaba los latidos, que te mataba si lo inhalabas y te dejabas llevar. Pero nada más.

Más tarde me dijeron que estaba loco. Que la cordura no era lo mío. Me dijeron tantas cosas que ni si quiera se ahora mismo que digo; si es cierto o es mentira. Si esto es una broma suicida capaz de arrebatar sueños y esperanzas de terceros. Maldito humo, maldito humo oscuro, negro, muerto; maldito humo negro que te destroza por dentro.

Ahora ya no veo ese humo. Ahora el calor abrasa mis pulmones y quema el brillo de los ojos; ahora la luz transforma todo en despojos, en jirones de actos suicidas y cargados de sentimiento. 

Ahora veo las líneas del calor que atraviesan el camino de mi destino, ahora veo los espaldarazos de aquellos que me han dado esta oportunidad en la vida, que confían en este acto cargado de valor y de mente suicida, en este acto cargado de puro idealismo.

Ahora veo fuego; un fuego que arrasa con todo lo que ve a su paso, y que sea este fuego puro y casto aquel que marque mi camino, aquel que selle con lacre esmaltado mi destino, aquel que descienda y pinte el amanecer del alma. Ahora veo fuego, gritos, y esperanza. Ahora veo sueños cargados de añoranza, ahora el fuego hace honor a las ganas de luchar.


Veo fuego, tan solo llamas iluminando el averno, tan solo ganas de poder pelear.


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