Arma de Cuerda
Correctamente fina, sesgada,
que corta el aire y que con cada golpe da el sonido que tiene que dar. Ser el
maestro marionetista que maneja los hilos en las sombras de una merienda donde
quien falle, será el emparedado de atún que degustarán todos aquellos que
tuvieron la visión de esperar.
La confianza en este mundillo
no existe, tan solo la que tengas en ti mismo. Puñaladas a traición, pactos
secretos y voces ceñidas a la conveniencia propia que lo único que buscan es
arañar un poquito más arriba, aunque sea un milímetro, buscando una colocación
más allá de las estrellas del firmamento.
Te dicen que no hagas lo que
haces, unos por tu bien, otros para evitar que destaques. Te hablan al oído sibilinamente,
como el viento en los callejones que cuenta aquello que le conviene para
manipular la veleta y tu norte a su antojo.
Pero eres como una cuerda, largo
y extensible, de hierro y elástica. Eres esa noche silenciosa sentado bajo la
luna llena en comunión con el tiempo y el espacio. Eres esa cuerda extensible y
silenciosa que sabe perfectamente cuando debe sonar, ese shuriken que atraviesa
la noche buscando una yugular en el momento apropiado, ese filo de media luna que sabe cuándo debe
descender.
Hasta entonces, que siga
soplando el viento.