Amor Sui
¿Cuántas veces has
perdido la voz y el juicio por el cansancio? ¿Cuántas veces no has llorado de
rabia y de dolor? ¿Y cuántas veces, cuando has estado a un gramo de aire de
tirar la toalla, te has dicho: ¡Otra vez!?
Recuerdo una de esas
frases de motivación que decía uno de mis entrenadores: El dolor no existe, solo está en tu mente. Haz sufrir a tus rivales cuando
no vean en tu cara el cansancio y que sigues adelante.
Creo que una persona
debe ser un pelín egoísta, porque se debe ser egoísta para luchar, sufrir, amar
la soledad y el infierno como si fueran los miembros de tu propia familia, o incluso
alguien de tu pandilla de amigos. Una vez lo haces te preguntas: ¿Existe algo
mejor? El secreto no está en las piernas o en los brazos; está en la cabeza.
Reside en la fuerza
de salir a correr cuando llueve, hace viento y truena; cuando los relámpagos
prenden fuego a los árboles al pasar por su lado; cuando las piedras te golpean
contra el cuerpo desnudo y te hacen llorar en silencio por las veces que te has
caído y arrastrado por el barro, para luego levantarte y seguir. Siempre
seguir. Como un ariete.
Renunciar a unas
horas de fiesta, a unas décimas de nota, decir no a una relación, a las que sábanas se te peguen en la cara… No hay nada como ponerle huevos y salir a correr bajo la
lluvia hasta que te sangren las piernas; seguir adelante como si no hubiera un
mañana, hasta que tu latido sea tan fuerte que retumbe con el viento de poniente.
Porque un caballero
de las Causas Perdidas solo tiene como armas la perseverancia y la palabra, lo
demás, vendrá por sí solo.