With your Shoes
Hace
exactamente 4 años, 1 mes, 6 días, y escasas horas que no me di cuenta de lo
que cambiaría de mi vida, de cómo sin comerlo ni beberlo el destino me tenía guardada
una de esas cartas que te hacen replantearte muchas cosas, y tuve más miedo que
un juguete cuando lo ponen a la puerta del colegio en plena campaña de Navidad.
Supongo
que mirar al pasado no sirve de nada cuando todo ha sido más malo que bueno, ha
habido más vergüenza y tontería de crío que de adulto, porque a pesar de
lanzarme al vacío como caballero de las causas perdidas en decenas de cruzadas,
en esa ocasión tomé el camino sencillo de poner tierra de por medio.
Antes
de hacerlo te prometí que pasara lo que pasara siempre estaría a tu lado, que
cuando nadie estuviera ahí, yo estaría esperándote bajo la lluvia y los
truenos. Hemos pasado de todo, de todo lo habido y por haber, y a pesar de eso
acabamos siempre juntos de nuevo. Parecemos los dos polos del mismo imán, los
extremos del mismo anillo.
Es por
eso que esta vez no pienso dejar que el miedo me haga dar un paso atrás, no
pienso dejar de seguir a ese órgano que todos tenemos averiado, y pienso soltar
a los cuatro vientos que eres la persona más increíble que se ha cruzado en mi
vida, que te quiero, y que nunca te pienso soltar.
A
veces hay que tener cuidado con lo que se promete y se desea porque siempre
corres el riesgo de que se haga realidad, y recuerdo que te prometí que te amaría
por el resto de mis días. Aguántate, pienso cumplirlo.