Salmón
Sentirás que te crujen las
piernas, que los pulmones se cierran sobre si mismos cuando expulsas aire y que
te cuesta sangre, sudor, y lágrimas el poder llenarlos de nuevo. Sufrirás como
un cabrón; te sangrarán las manos, el hueso del culo, sentirás que no puedes
con el peso sobre tus hombros o manos, que las piernas te falla, que la boca
grita en silencio por un sorbo de agua, y que te encuentras como si tuvieras
medio litro menos de sangre en el cuerpo.
Te mueres. No es como lo
pensabas, pero sientes que te falta el agua, el aire, la vida. Que se escapa de
tu cuerpo, que los músculos sudados no pueden hacer otra cosa que fatigarte,
que el esfuerzo es tan inhumano que el pecho se expande con dolor, los gemelos
se agarrotan, los pies se duermen y los antebrazos hace horas que se durmieron
en un sueño del que no pueden despertar… A no ser que pares.
Tienes ganas de pararte en
seco, tus rivales también tienen ganas de que lo hagas, y es por eso que sigues
adelante como si la vida te fuera en ello, porque solo los peces muertos son
los que nadan a favor de la corriente, y tu objetivo es remontar el río.