Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2015

Mundos Pequeños

Imagen
Por un instante tuve dudas en si hacía lo correcto. Es si estaba bien el desandar un cuarto del camino recorrido para cambiar de sendero, para escoger entre lo que de verdad me pesa en el alma o lo que mueva el pensamiento colectivo. Me sentí como Efrén justo cuando toma su decisión. Cuando entiende que en esta vida no existe otra meta que sentirse orgulloso de tus decisiones y amar hasta las últimas consecuencias, aunque sea en el transcurso de un suspiro. Recordé lo que sintió cuando empuñó esa lanza para defender a los suyos, pero también sentí lo mismo cuando Letia alzaba a los cielos su cimitarra para enfrentarse en la oscuridad a las hordas del caos y de la muerte.  No es lo que te pueda pasar a ti, es lo que pueda ocurrirle a las personas que están detrás, aunque si me dejo guiar por las enseñanzas de un Dios imaginario y sus diez hermanos, quizás la mejor decisión de todas, haya sido tomar alguna. No es por el dinero, ni es por lo bonito que queda en tu haber, es p

Level +

Imagen
Nadie dijo que fuera a ser un camino de rosas, ni que las baldosas amarillas te llevaran realmente hasta el mundo mágico de Oz. Esto tampoco es una montaña rusa digna de los mejores parques de atracciones, ni tampoco uno de esos barcos de madera con los que se iban a cazar ballenas antaño. La vida viene como te llega y la última decisión la tienes tú. Siempre has dicho que lo difícil es lo más divertido, pero en esta ocasión el nivel de dificultad supera a la fase secreta del Mario Bros que nadie ha conseguido, en su sano juicio, desbloquear. Supongo que es la gracia de enfrentarte a la vida según te vayan viniendo las cosas, de vivir más pendiente de lo tuyo que de los demás. Me acosa esa fuerza invisible que te succiona en el vacío y que te obliga a coger aire en el borde del acantilado… ¿Salto o no salto? No sé ni para qué me hago esta pregunta si ya estoy cayendo y siguiendo los dictados de mi corazón. Pues nada, de perdidos al río, y que sea lo que Dios quiera. He de

El Árbol sin Hojas

Imagen
Existió en un lugar que podría ser todos y al mismo tiempo ninguno, bajo un tiempo tan efímero que los segundos se contaban a puñados y los años en un susurro, un jardín que abarcaba hasta donde se extendía la vista. Todos los árboles y flores posibles se encontraban allí: manzanos, naranjos, limoneros, perales… Hasta rosales y geranios que crecían por cada rincón presumiendo de su olor y color. Pero había un árbol cabizbajo, sin hojas, desnudo como en el mayor de los inviernos embriagado por la tristeza más profunda que pueda brotar de un corazón. Su problema era muy simple: no sabía que árbol era. -Si eres capaz de concentrarte podrás dar peras.- dijo el peral mientras presumía de sus frutos. -No le hagas caso-, dijo el rosal de grandes rosas blancas.- Concéntrate y podrás tener fastuosas rosas como las mías. Todos y cada uno de los árboles de aquel hermoso jardín le decían que si se concentraba, podría ser como ellos. Podría dar naranjas, peras o manzanas. Pero

The Song of the Sea

Imagen
Las paredes son de mármol blanco, las barandillas de latón, y el techo de cristal. Cuando entré en su interior olía a aceite de motor, a calor residual de motores, a mar. Una amiga me dijo que si no tenía frío porque ella se moría, y era curioso porque en ese preciso momento le estaba diciendo el calor que hacía allí dentro. Era un calor curioso... Realmente curioso. No era el calor agobiante de la calefacción, ni tampoco era ese calor seco de estancias cerradas. Era como ese calor que hay en casa cuando llegas después de varias semanas fuera.  Creo que uno madura no cuando acepta los fallos, si no cuando acepta fallos que arrastran años a sus espaldas, levanta la cabeza y asume que eso no es lo que de verdad le pide el corazón. Que estuvo bien mientras duró, pero que la canción del mar es lo más romántico que ha escuchado después de esos te quiero al oído en las noches de frío. No recuerdo una gran frase del viejo marinero, era muy pequeño cuando el comenzó ese viaje sin

Por Cojones

Imagen
Tienes ese tic en la pierna que te obliga a estar moviéndola como si usaras una de las viejas máquinas de coser. Tienes esta curiosa manía de mirar a todos los lados esperando que llegue ese momento en el que tu corazón dirá basta, y no quedarán más narices que bombear sangre con el alma. Te subes a esa máquina infernal con una premisa en la mente: “por lo menos, que sea como mínimo como el anterior”. No pides más, después Dios dirá si tu alma puede tirar del carro. Empiezas a notar como el corazón funciona pausado, como el aire entra y sale mientras los poros de la piel se abren, como los sonidos de tu alrededor alteran tu mente y llegas arrastrándote al umbral de esa puerta donde otros mejores que tú han caído. La boca comienza a saber a hierro fundido, de hecho dudas de si tienes sangre o acero candente en la garganta, pero estás tan concentrado en no desfallecer que decides que ese pensamiento ya lo tendrás más adelante. Las piernas llevan muertas un buen cacho y sol