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Mostrando entradas de enero, 2016

Pundonor

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No tienes tiempo ni de pensar. Llevas toda la semana con la mente fija y en blanco, pensando en tu control, en el control del cuerpo, de cada gota de sangre que recorre tus venas hasta tu corazón. La cabeza lo es todo, y el control sobre uno mismo es el control sobre lo demás. Arrancas guiado por el espíritu guía del “Dios dirá, hemos venido a jugar”, con la única certeza de que tienes que terminar. El cómo es indiferente, la meta es lo que cuenta. Coges aire y te encomiendas a todo cuando santo haya en el cielo, a la paz interna de Buda y a la férrea esperanza en uno mismo. Entonces sucede. Controlas tu respiración, las pulsaciones y el vaivén. Llevas el control del aire que brota a tu alrededor, te fijas el objetivo de ser tú, de pelear contra ti mismo y contra tus límites, contra la sensación de derrota a la que tienes que hacer frente para conseguir tus objetivos.  Los segundos caen del reloj, y el sufrimiento llama a tu puerta. Peta durante dos segundos pidiéndo

S. y E.

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Hoy leía algo que me hizo recordar que si una cosa no ha sucedido, es porque todavía no le ha llegado el momento. El mundo no se ha vuelto más pequeño, hemos sido nosotros mismos los que nos hemos ocupado de hacerlo un lugar tan conectado y tan reventado que vemos los viajes a rincones ocultos como la mayor de las gangas. Antes el mundo entero era nuestro rincón. Soy de esos que creen que después de todo lo que te rodea aún hay algo más. Que hay más vida fuera de las cuatro paredes de tu municipio o provincia, que hay más cosas, que como dicen Mulder y Scully “la verdad está ahí fuera”. Nuestros sueños y esperanzas son la luz que ilumina el futuro, y prefiero un futuro con una vela diminuta, del tamaño del dedo anular, a esa brillante oscuridad que lo envuelve todo llamada ignorancia sumisa. Sufrir hoy en día es algo opcional pero el soñar, debería ser algo obligatorio.

Apellidos

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Hubo un profesor que me dijo una vez que en esta vida una de las cosas más importantes que tenemos es nuestro apellido y, que ocurra lo que ocurra, jamás podemos mancharlo. Un apellido implica a toda tu familia, tanto ascendientes como descendientes, y  los actos que realices serán parte de la mochila con la que cargarán los años venideros. Hay familia con la que no compartes apellido, pero que al fin y al cabo son familia. Amigos, pareja, personas con las que tus padres rehacen su vida… Ejemplos hay cientos. Según la RAE una familia es aquel grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas y en mi modesta opinión, lo de “emparentar” no siempre tiene que ser sobre el papel.  Familia es aquel grupo de personas que las pasan putas unidos, que se enfrentan a cada día y a cada problema como si la vida de uno mismo estuviera en juego, como si no existiera un mañana. Estoy muy orgulloso de los apellidos y del legado de mi familia, pero sobre todo, estoy muy orgulloso de esa

Diez Minutos

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Leí en algún lugar que para ser realmente feliz hay que estar diez minutos en silencio, sin hablar y sin que te hablen, manteniendo solo el sonido ambiental de un lugar tranquilo. Supuse que sería alguna pijada de estas genialidades del fenshui que están tan de moda ahora en el 2016, pero por probar no se pierde nada. Escogí el momento de casualidad, saliendo de la biblioteca y esperando a que mi novio saliera de la facultad, lloviendo a cantaros sobre el coche y con algún que otro autobús que cerraba la ruta.  Respiras con el diafragma, por la boca, que el aire entre de sopetón en los pulmones y te haga olvidar por un instante los problemas, las pruebas, los exámenes, los entrenos... Hasta el dolor insoportable de la rodilla izquierda.  Una y otra vez. Coger aire y suspirarlo mientras la lluvia choca contra el coche con ese tintineo metálico. Diez minutos dan mucho para pensar, y la conclusión que he sacado de este experimento, es que el hablar con uno mismo resulta m

Operación “Retorno”

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Han pasado las navidades y aunque me guste la fiesta, las calles llenas luces, los adornos en casa, las comidas y cenas, y todo eso que trae la Navidad consigo, son fiestas que cada año que pasa quiero que acaben antes, especialmente este año 2016. Ahora da comienzo la operación “Retorno”. La que después de todas las fiestas que pasamos da el pistoletazo de salida a un año que se presenta interesante como poco. ¿Cuáles son nuestras metas? Para algunos, como es mi caso, solo necesitamos que pase el tiempo y prepararnos lo mejor posible para abrazar uno de esos sueños que tienes de pequeño mientras imaginas que tu cama es un barco y recorres el mundo de punta a punta. Porque no hay mayor gozo que atravesar olas redondeadas por la lluvia y recubiertas de bruma como si fuera un desierto en negativo, porque la razón de toda una vida se encuentra dentro de las diminutas moléculas de sal. Como dice un sabio: el miedo no es otra cosa que la sabiduría enfrentándose a lo desconocido

En el Corazón

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Recuerdo una de esas cosas que aprendes a lo largo de la vida pero no recuerdas de quién lo aprendiste, o si lo aprendiste por haberlo leído en algún lugar. Es esa enseñanza de que cuando te sientas perdido en la vida, lo único que tienes que hacer es mirar en lo más profundo de ti, en lo más niño, encontrar ese algo que te hizo cosquillas en la nuca y te puso la piel de gallina, que te dio esa sensación que nunca vas a olvidar. Mira en lo más profundo, en las emociones que sentiste por primera vez, y en cuanto las encuentres aférrate a ellas para seguir adelante, quítales el polvo y las telarañas, porque es en esos instantes de incertidumbre en el que necesitarás sentirlas más que nunca. Nunca sabemos si nuestras decisiones son correctas hasta que las tomamos y vemos las consecuencias, hasta que echamos la vista atrás y hacemos balance pero siempre hay algo claro, y es que las decisiones difíciles casi siempre suelen ser las correctas. Como dice el siempre genial