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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Fase 2

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¡Se acaba! La verdad no puedo quejarme del año. Profesionalmente he logrado mi objetivo que era entrar en la carrera para oficial de la Marina Mercante y estar a menos de una docena de asignaturas de acabarla. En lo deportivo ni el mejor de los sueños, que no ha sido otro que ascender con tus compañeros a la máxima categoría de las traineras, y en lo personal, la enorme suerte de enamorarme cada año un poco más de esa persona y de tener a mi familia conmigo. Dentro de lo político han caído muchas cosas del cielo sin pensarlo, más buenas que malas, pero supongo que al fin y al cabo esa es la magia de lo inesperado.  Dentro de lo bueno me quedo con la responsabilidad de pilotar un equipo político con una capacidad de trabajo de la hostia, y dentro de lo malo, en lo que también saco lo bueno, fueron esos días turbulentos de la moción de censura en la que hicimos más equipo que nunca, en los que el cariño de la gente se sigue manifestando a día de hoy porque no olvidarán l

Noche estrellada

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Llegan esas fechas en las que cuando eres un niño tienes la ilusión intacta por creer en Papa Noel y los Reyes Magos. Por tener a todos los miembros de tu familia a tu lado, a toda la gente que en realidad copa cada puesto de tu corazón, pero cuando creces y empiezan a cambiar las cosas, siempre se pierde algo de esa magia. De niños éramos ricos, teníamos el mayor de los tesoros, y no lo sabíamos.  Es inevitable que llegue la nochebuena y te asalte la nostalgia, pero siempre utilizo estas fiestas para coger aire y fuerzas para el año que dentro de 6-7 días va a entrar. Para hacer balance de si he conseguido mis metas o en qué he fracasado, de mirar hacia adelante bajo la eterna noche estrellada. Tengo la enorme suerte de pasar estas fiestas con la familia y amigos. Tengo a la gente que de verdad me importa a mi lado, y la certeza de que estén donde quieran que estén esas personas que esta noche no se pueden sentar a cenar con nosotros, nos vigilan desde el firmamento,

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No fue como otras veces en las que quieres ser forense o cirujano plástico. Eso me duró un telediario. El cuento de ser oficial y estar al servicio del mar es algo que llevo desde hace años persiguiendo, es el sueño de ese chaval que se montó por primera vez siendo un niño de 3-4 años en el bote de su abuelo y vio que aquello era increíble. Si no que le pregunten a mis compañeros de bachillerato.  Han pasado diez años, y la vida me ha llevado por todo cuanto camino empedrado podría tener por delante, por toda cuanta montaña había para llegar hasta este mismo momento, a este instante, en el que se ve la luz al final del túnel. Tuve la enorme suerte de conocer a gente increíble en Ferrol, de encontrar mi vocación y diferentes formas de pensamiento, pero sobre todo de encontrarme a mí mismo. Ahora la guerra da comienzo en una plaza completamente diferente. Quedan once; once batallas una tras de otra donde seguramente en alguna me llevaré algún chasco, pero es en esas batallas

Los Hijos bastardos de Neptuno

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Acojona el verte en la cresta de la ola bajo el límpido cielo azul. Con la brisa del Atlántico golpeándote la cara de buena mañana y las nieblas de la noche levantándose tras la aparición del astro rey. En lo más alto de esa montaña de agua, de ese titán enviado desde el corazón del océano que pulveriza con fuerza las rocas de la costa bañándola de blanco perlado. Acojona y te llena el corazón esa droga tan dura que te hace sufrir y disfrutar al mismo tiempo, esa fuga a la presión y escaqueo mental a todo lo que queda en tierra porque en el mar las leyes las marca otro Dios. Notar la madera húmeda en las manos y en la planta de los pies desnudos, mientras las cinchas te arrancan el vello que crecen en el empeine y las llagas en el culo empiezan a superar la pulgada de longitud, el impulso de la ola cuando te arranca el azul cobalto del casco mientras las respiraciones al unísono acompañan a la voz del patrón.  Somos esos hijos bastardos de Neptuno que necesitamos el mar

Hojas y Agua

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Las cosas pueden cambiarte de la noche a la mañana sin que te lo esperes, para variar la vida no tendría gracia si supieras lo que te depara el propio camino que estas recorriendo. No hay nada de malo en seguir las condiciones idealistas de uno mismo siempre y cuando se esté dispuesto a proseguir por ese camino sin titubear. Le llamaban eso de tener marca propia, a crear una llama de agua que arda como el fuego sin consumir.  Si alcanzas algo a base del sudor de tu frente mantén viva la llama que arde en tu interior, y que tanto luchó para arder en la más absoluta y abominable de las oscuridades. En la soledad del interior de uno mismo donde prácticamente nadie ha conseguido llegar. No permitas que esa llama a la que diste vida, se apague y caiga en el olvido. Recuerda que es tal y como reza ese dicho japonés, y es que cuando una hoja deja el viento, otra debe subirse a él. A planear se ha dicho.

3 de Mayo de 2011

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Nunca me caso de rememorar y de buscar hasta la saciedad en el pasado algo que me ayude a caminar hacia el futuro, quizás ese sea uno de los objetivos de esta pequeña bitácora que empezó hace años y que se mantiene al pie del cañón. Quizás con menos actualizaciones que antes, pero que mientras tenga algo de fuerza en los dedos y una conexión decente a internet, seguirá viva y coleando. Releyendo y releyendo te vuelven a la mente muchos de esos momentos inolvidables y que te marcaron, los buenos y los no tan bueno, incluso en aquellos en los que la presión no te dejaba ni pensar con claridad. Aquello era todo un inocente juego de niños en comparación al día de hoy. Aquellos años de joven impetuoso y hasta arrogante que salía a comerse el mundo, y que el mundo estaba tan duro que le hizo perder algún que otro diente. Cuanto ha cambiado todo desde entonces, pero jamás renunciaré a esa parte de mí que hoy en día me ha hecho como soy. Creo que el haber vivido los primeros años