Hasta chao
Hoy me despido de ti.
Después de tantos años en los
que pasamos muchas cosas, buenas y malas, en las que aprendimos y compartimos
varios momentos que marcan, pero de los que se salieron adelante por muy
jodidas que fueran las circunstancias.
Empezamos de aquella manera,
como un poco por obligación, hasta que al final, como ocurre con los engranajes
nuevos, se van puliendo y amoldando unos a otros dentro de la maquinaria.
Siempre fui reacio a algunos
cambios, pero también soy consciente de que hay cambios que son obligados o bien
por imperativo de las propias leyes físicas, o por la suprema ley moral.
Cuesta que te cagas eso de
despegarte de algo o de alguien cuando de verdad le tienes apego.
Es como cuando se te queda pegada
a la piel una galleta de chapapote. Como esa sensación de plástico derretido
que se adhiere al vello que quema y martiriza por igual.