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Mostrando entradas de marzo, 2017

Next station: Otherside

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Allí vuelvo. Al lugar donde comenzó todo. Vuelvo a aquel lejano hogar hermano del viento y de la historia. A aquel poste de madera firmado con la mayor de las ilusiones del mundo. Recuerdo como comenzó esta historia. Para variar era de noche, sumergido en el atlas del mundo, buscando un lugar en el que crear otra historia con la que crecer y con la que sentir de nuevo ese consquilleo en las manos, esa sensación que experimentaba Efrén Grismere cuando levantaba la lanza de Naclua sobre su cabeza.  Quiero rememorar esa sensación. La de recorrer los campos verdes bajo el sol, la del susurro del río que se veía desde la ventana, la de las luces del castillo iluminando los adoquines de la calle. En el día de hoy volveré a ese lugar. Al lugar en el que nacieron Catherine, Ser Nathan, Virginia, o Lord Michael de Mirava. Al lugar en el que encontré esa inspiración que durante años busqué y que dio a luz otro de mis pequeños.   Al lugar en el que nacieron los que siempre se

Aria vivere

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Caminando bajo la mirada de los dioses del pasado, bajo la brisa de la noche plagada de estrellas que desafiaban las nubes de tormenta que se oteaban en el horizonte. Sin conocer el motivo vas por el camino de siempre. El de tu niñez. El que cogías en los fríos inviernos bajo el orvallo que te calaba hasta los huesos y te empapaba las botas. Orvallo transparente que siempre caerá en perpetuo descenso dentro de tus recuerdos. Cerrar el paraguas bajo la atenta mirada del firmamento, con las luces que siempre han iluminado el atardecer, empujando el aire con la punta de los dedos. Cuando las cosas llegan, siempre traen consigo la explicación de porqué han tardado tanto tiempo. Siempre. Es como el electrodoméstico que viene acompañado de su libro de instrucciones.   Son las piezas del eterno puzle al que siempre le queda una pieza para terminarlo, y que acaba siendo la primera pieza que sacaste de la caja. Coge aire. Mucho aire. Coge aire, y vive cada bocanada. 

De lágrimas por segundo

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A veces te entran las ganas de arrojar la toalla y de mandarlo todo a paseo, de creer que nada sirve, que es tiempo perdido, que todo está acabado y que estás en un limbo del que eres incapaz de salir. Piensas que en ocasiones la vida no es otra cosa que una continua huida hacia adelante, y la verdad es que te equivocas por completo. Todo el camino recorrido hasta aquí significa algo, y no hay nada fruto del error. Es posible que los errores sí que sean la base de algo; la base de reconocer fallos dentro de cada uno con la única intención de crecer hacia arriba, de seguir caminando, de no rendirse cuando las cosas se ponen realmente jodidas. Sí, todos conocemos el cara a cara con el miedo, pero no es cobarde aquel que siente miedo y valeroso aquel que no le teme a nada, pues es más valiente aquel que tiene miedo, y acepta enfrentarse a él en solitario y tan solo con la fuerza de su corazón. Cada lágrima que sueltes será un segundo que desperdicies en la meta de alcanza

Pasos de Gigante

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Es esa angustia comprimida en el diafragma que te hace tener unas ganas horribles de gritar, de echar todo el aire que tienes en los pulmones antes de entrar en el agua para después recuperarlo en una décima de segundo, todo mientras cruzas la línea del horizonte perpendicular. La eterna sensación de agobio perpetuo que hace que te salgan las canas antes de tiempo, que te mata por dentro y se solapa al suave rugido de la mar de fondo. Te arrimas al abismo, a la inmensidad. Cometes el error de mirar abajo y de ver que la altura es de la leche, como la que te puedes meter si caes de la forma equivocada. Se respira la bruma marina, y las rodillas intentan pedirte que metas un salto olímpico al otro lado, pero te contienes. Tienes que hacerlo. Tiempo atrás todo habría dado igual, ahora hay que ver hasta la inclinación que toma tu tobillo cuando se da un paso al vacío. Y es que al final no es otra cosa que eso, que un paso de gigante venciendo miedos, y el rezar para ser c

Corazones encendidos

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Como de costumbre, antes de comenzar a escribir la entrada de rigor, escucho primero la canción que va acompañarla. Ni más ni menos, sin escribir, rezando para que la inspiración o la Diosa interior se ponga de acuerdo con las ganas y les diga: “¿Qué, hacemos algo?”. Para variar llegamos a casa a las horas más intempestivas posibles, y abandonamos el hogar cuando todavía no ha despuntado el alba. Es como si tuvieras déficit de brazos y tuvieras que cambiar de creencias pidiéndole a Shiva que te de un precioso juego de brazos a mayores. A veces sientes las imperiosas ganas de coger todo, meterlo en una manta, ponerle un lazo rojo, y mandarlo montañas abajo hasta donde Jesucristo perdió las sandalias. Pero no, nunca lo haces. Siempre acabas quejándote de que no tienes tiempo ni para respirar, y encuentras el punto culminante del placer cuando haces las cosas en tiempo y forma a costa de sacrificar horas de sueño. ¿Qué es eso del sueño? ¿Se come? Jamás me cansaré de d

My Lady

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Disparo al cielo despejado que marca la salida, el cruce de la línea roja, y el comienzo de la tan deseada cuenta atrás. Esto es una media maratón con tintes de pista americana, con muros y lianas, con escaleras trampa. No hay peor enemigo que uno mismo, al fin y cabo, un hombre siempre crece tanto como tan altas sean las metas que se imponga. Eres tú y no otra persona lo que se interpone entre lo que deseas conseguir y lo que eres en la actualidad, y los medios de los que dispones son exactamente los mismos que te han llevado hasta el presente. Recuerdo cuando comencé a escribir sobre Lady Joanna de la Croix   y a pensar en cómo quería que fuera este personaje. Una mujer sola ante el mundo, una mujer en un mundo de hombres y guerra que aprendió antes a tirar con arco que a escribir su propio nombre, y apelando al alma de esa hermosa mujer, creo que ha llegado el momento de parar el despertador, poner el pie derecho en el suelo, y comenzar. Nunca es tarde para dar un p