Pasos de Gigante
Es esa angustia comprimida en
el diafragma que te hace tener unas ganas horribles de gritar, de echar todo el
aire que tienes en los pulmones antes de entrar en el agua para después recuperarlo
en una décima de segundo, todo mientras cruzas la línea del horizonte
perpendicular.
La eterna sensación de agobio
perpetuo que hace que te salgan las canas antes de tiempo, que te mata por
dentro y se solapa al suave rugido de la mar de fondo.
Te arrimas al abismo, a la
inmensidad. Cometes el error de mirar abajo y de ver que la altura es de la
leche, como la que te puedes meter si caes de la forma equivocada.
Se respira la bruma marina, y
las rodillas intentan pedirte que metas un salto olímpico al otro lado, pero te
contienes. Tienes que hacerlo. Tiempo atrás todo habría dado igual, ahora hay
que ver hasta la inclinación que toma tu tobillo cuando se da un paso al vacío.
Y es que al final no es otra
cosa que eso, que un paso de gigante venciendo miedos, y el rezar para ser como
los gatos y caer de pie. Eso sí, la sensación que notas cuando estás siendo
arrastrado por la fuerza de la gravedad, es de las mejores que podrás
experimentar en la vida... Como lleguemos al suelo, eso
ya es otro cantar.