168 horas
Ha
conocido a una editora de lengua inglesa enamorada de un funcionario, que
llevan 3 años luchando por una relación en la que se ven vacaciones y los fines
de semana sabiendo que vendrán tiempos mejores. Ha conocido a un profesor
sustituto de historia de España que no sabía quién era Blas de Lezo, y que tampoco sabía el
motivo de llevar años preparando oposiciones y no ser capaz de sacar la plaza.
Ha
caminado sobre el agua de la Rosa de los Vientos buscando el noroeste, y esa
misma noche subirse a un tejado a fumar maría. Ha escuchado canciones sobre la
piel de ovejas y si te quedaban 10 perritos porque a uno lo atropellaban o a
otro lo tiraban de un quinto. Le han preguntado si es más fuerte el amor o el
odio. Se han cumplido los 13 y 8 años desde su partida.
Ha recibido uno de los
encargos más prometedores de su carrera. Ha
bebido, cenado, y salido de fiesta sin pensar en el dinero. Ha visto en el Fin del Mundo la muerte del Sol a su izquierda y el nacimiento de la Luna llena a su derecha. Y ha visto como el Sol resucitaba de nuevo.
Ha viajado, y ha decido que va a seguir haciéndolo.
Ha viajado, y ha decido que va a seguir haciéndolo.
Y esta
noche cuando se quemó el último tramo de pólvora nació una nueva persona.
Surgida del hielo y acero, de la maruxía del atardecer, de la conjunción de las
brujas de Birova.
168
horas para encontrarse a sí mismo. Es lo que ha tardado en recordar el
significado de la frase: carretera y manta.