Cuarenta y tres peldaños
Llevas
diez años esperando por una oportunidad así. Formándote en todos los ámbitos
posibles para llegar lo más preparado a la antesala del infierno pero sabes que
nunca lo estás. Esto es peor que perder la virginidad, pues aunque sea la
primera vez, en rara ocasión se puede repetir.
Parece
que a veces es el destino el que te tiene preparadas las piedras con las que
debes tropezar, los cruces en los que te debes equivocar y los suplicios que
deber sobrellevar, pero a veces y en contadas ocasiones, es todo para llegar al: “el que la sigue la consigue”.
Ahora
o nunca. Ni hacia los lados, ni hacia adelante o hacia atrás. La salida es hacia arriba,
y está en tus manos el iniciar el ascenso. Llegó la hora de crecer y ponerse a cuarenta y tres peldaños del
cielo.
Nadie
dijo que fuera fácil, pero como te dicen desde pequeño, todo esfuerzo tiene su
recompensa. A por el número uno.