Pisadas
Cambió
la forma de caminar.
Lo que
antes eran pasos acelerados con la intención de llegar pronto a los sitios se
convirtieron en pisadas que primero apoyaban el talón y, progresivamente, iban
depositando el resto de la planta del pie.
Quizá
porque se dio cuenta de que no había prisa en llegar a los lugares si se sabía
la meta, y que en ocasiones es mejor pisar firme que pisar rápido.
Daba
igual que lloviera, que hiciera viento hasta tumbar los árboles o que las olas
reventaran los espigones. Todo eso daba igual, y daba igual porque el objetivo
seguía siendo el mismo y nada había cambiado. No importa que las hostias caigan
como panes si se continúa con la cabeza alta, los cojones en su sitio, y la
mirada al frente.
Todo
pasa por alguna razón y quizás, por mucho que duela en el fondo del corazón,
eso quiera significar que vendrá algo mejor.
Aunque
lo único que sea cierto sea el presente, y el futuro sea la mayor incógnita de
la ecuación. Pero mientras tanto disfruta del momento, porque aunque haya quien ha
cerrado el libro antes de lo que te esperabas, nunca sabes lo que la vida puede tenerte deparado.