Dos cero dieciocho
Un año más al haber. Un año más que se cierra y del que como en todos, me llevo solo enseñanzas. Si ganas, ganas, y si pierdes, aprendes. No renuncio a ser libre, pero tampoco renunciaré a ser feliz. Este año he aprendido, y sobre todo me han enseñado. He aprendido el valor de la palabra lealtad, y lo que conllevan la responsabilidad y las cargas. He viajado, y este año que entra me enfrento al que será, sin lugar a dudas, el año en que más lo haga. El viaje que tantos años llevo esperando y a un lugar totalmente desconocido, caminando sobre el agua como hicieron cuatro generaciones antes que yo. Libre de mochilas y de cargas, siguiendo las enseñanzas de Juan Salvador Gaviota. He conocido a personas increíbles, y otras se han apeado del viaje. He probado en mis carnes uno de esos dolores que nunca sabes que puedes llegar a experimentar, y después de poner la rodilla en el suelo, me he levantado y sigo caminando. He conocido aún más a mis amigos y sobre todo, he aprendido