A las bravas
Te
arde la garganta, te hierve el cuerpo, y notas los músculos tan, pero tan
pesados, que no puedes ni descansar. Te duele la espalda y la cabeza a partes
iguales, notas las costillas oprimiendo los pulmones, y los ojos tienen ese
aspecto de brillo febril que induce al delirio ocasional.

Supongo
que hasta aquí. Hasta ese punto en el que tú eres el único responsable de tu
destino, de tus acciones y de tu camino. Siempre acostumbras a tener tantos
planes como problemas puedan surgir, y en este caso… En este caso, las acciones
desesperadas requieren de medidas desesperadas.
Desconozco
si es lo correcto o no. Si hago bien o no. Pero cuando sólo tienes una carta y
estás obligado a usarla, no queda más remedio que echarle cojones y seguir
hacia adelante.
Si es
tu sueño, si realmente lo es, ve a por él. ¿Quién dijo miedo existiendo hospitales?