A mi manera
Te
arde la garganta y la boca tras el fin de semana. Después de uno de esos fin de semana que tanto necesitabas y que la vida te tenía reservado. Con la gente de
siempre. Uno de esos fin de semana especiales para el recuerdo en las vísperas
de las fechas que te cambiarán para siempre.
Y
ahora aquí estoy, a los pies de la cama del hotel, delante del espejo mirándome mientras
escribo, y haciéndome la pregunta de sí será cierto eso que dicen, que después
de iniciar este camino, la vida te cambia para siempre. Nadie ha sabido
explicarme si lo hace para bien o para mal, solo que como decía Paul Anka, y
más tarde Frank Sinatra y otros grandes: “llegas al final sin deber nada a
nadie. Planeando cada ruta, cada cuidadoso paso a lo largo del camino. Y más,
mucho más que esto, lo hice a mi manera.”.
Y
ahora, justamente ahora, echo de menos a esas tres estrellas que configuran el cinturón de la constelación
de Orión, que sé que me protegerán desde donde quiera que estén, y sonrío con
la nostalgia de saber que esto, al margen de saber que es lo que yo quiero
hacer, es también lo que ellos hubieran querido.
Este
es mi camino. Sé que es mi camino. Y ahora que se acerca el final de este sendero,
que se ve la luz al final del túnel y que el aroma a salitre te pega en toda la
cara, sé que no es miedo o temor lo que siento, si no el
convencimiento de que estoy haciendo lo correcto.
Este
es mi camino. Siempre lo ha sido. Y jamás he renunciado a ser quien soy.