El sol y el viento del Este
Quizás es el sol y el viento del Este. La ausencia de nubes y de lluvia que te seca la piel y los sentimientos. Que la morriña ha desaparecido dando lugar a esa sensación de desasosiego perseguida por la brisa de levante. Que miras por el ojo de buey a altura de la obra viva bañándote en la luz líquida del ocaso, y recuerdas los veranos de solsticio en la playa. Echas de menos el agua de lluvia dándote el rostro. Caminar descalzo por la hierba de la huerta mientras que en los árboles salen los primeros brotes. Los cielos plomizos que se abren dejando pasar la suave luz de la tarde secando lo más mojado y dejando tan solo lo húmedo. El olor de la lluvia y del mar, del mar bravo movido por sus corrientes y furia y no solo por el viento. Es cuando el agua te llega a la barbilla, cuando la soga cuelga sobre el cadalso, cuando la bala sale del cañón con dirección al centro de tu pecho, que en la milésima de segundo que marca el destino todo se para y pasa más lento. Que caes en