Rompiendo cascarones
El
miedo nos hace ser cobardes. Nos hace ser conservadores e intentar evitar
sentir daño. Nos crea un caparazón de granito y adamantio que nos impide hablar
con claridad, expresarnos con franqueza y sostener la mirada. Como el cascarón que deben de romper los polluelos de las gaviotas para iniciar su ciclo de la vida.
El
miedo, lejos de hacernos precavidos y seguros, nos hace ser vulnerables y
vengativos. Nos amplifica los sentidos y nos abre el suelo con la única
intención de no dejarnos dar un paso hacia delante. De crearnos un lío en el
interior de la cabeza peor que el dibujo que le hace Desdentado a Hipo en “Como
entrenar a tu dragón”.
Pero
jamás debes olvidar el valor no es la ausencia del miedo; el valor es tener
miedo, sobreponerte y enfrentarte a él. Que las cosas que más tememos, en boca
de Robin Williams, han sido las que ya nos han ocurrido en vida, y que si lo
más sencillo es complicarlo todo, no queda aplicar otra lógica que el dejarlo
fluir.
Porque
los grandes misterios nacen para no ser descubiertos, y algo en mi
interior me dice que este me llevará toda una vida descubrirlo.