Miradnos; sin miedo
Cuando uno tiene la conciencia limpia y el alma impoluta, no tiene que tener miedo. Cuando una persona es de palabra y actúa siempre con la verdad por delante, no tiene que tener miedo. Cuando una persona es fiel a los dictámenes de su corazón, a su criterio y a sus convicciones, jamás debe de tener miedo. Creo en la justicia universal; tanto la de leyes como en la del propio universo. Tengo la firme convicción de que aquellas personas que sólo buscan el bien común y anteponen este al suyo propio, más tarde o más temprano, reciben lo que les corresponde. Todo llega. Creo en la palabra dada, y creo sobre todo en la buena voluntad, pero ante todo creo en mis amigos. Creo en la firme convicción de cada uno de ellos que nos lleva a estar a las duras y a las maduras partiéndonos la cara por defender los intereses comunes, por la causa común que compartimos desde el fondo del corazón de defender el pueblo que nos ha visto crecer. Nada. Ni la mayor de las calumnias, ni la más lo