Un minuto
Y
quiere el destino y la suerte que me acuerde de ti. De todo lo que me habría
gustado que vieras y que compartiéramos, de los momentos duros y de las
caricias con el “todo acaba pasando”, porque al fin y al cabo, todo es así.
Decía
Mérida que el destino está en el interior de cada uno, solo tenemos que tener
valor para mirar dentro de nosotros. Y cuando lo hago es imposible no caer en
la cuenta de que eres una de esas piedras que le dan sentido a la vida, uno de
esos pilares que tanto me ha levantado y mantenido de pie. Fíjate lo fuerte que
eras, que a pesar de pasar los años te sigo notando aquí. En el cuello. Al lado
del corazón.
Tengo
esa sensación de fin de ciclo. De que se cierra una etapa importante, de que
esto que se avecina es para lo que nací, y que el agua salada es el 99% de mi
torrente sanguíneo. De que todo cambiará para mejor.
De que
he disfrutado de cada segundo y de cada acorde con aquellas personas que solo
pedían un minuto de tu tiempo. Que eran y son felices con ese minuto mientras
os ven crecer, haceros grandes y brillando como las estrellas lo hacen en el
firmamento.
Ojalá tuviera
un minuto. Un minuto para decirte que todo está bien, que lo he conseguido, y
que como dicen los de Mago, que los sueños solo mueren para hacerse realidad.