Raíz
Es esa
sensación de que casi te cuesta respirar. De que te cuesta levantar los brazos
porque están muertos. De que durante ese espacio de tiempo no importa otra cosa
que ganar la batalla que tienes contra ti mismo.
El
pelo mojado golpeándote en la frente. El sonido de las pisadas del grupo al
unísono contra los charcos. El silencio solo roto por las respiraciones
acompasadas bajo la fría noche. Bajo un cielo plagado de estrellas sin luna.
Ese
olor característico que impregna las paredes de la que es, al fin y cabo, tu
casa. Esa sensación de no sentirte solo sin necesidad de articular palabra. Esa
causa común compartida bajo la piel y que cala tan adentro. El estar muerto y
seguir adelante. El espíritu de sacrificio que hay detrás de tantas horas,
sangre y sudor.
No
puedo creer que echara tanto de menos esa sensación; la del aire frío del
invierno. La indescriptible sensación de libertad.