Ideales a fuego
Siempre
me he tenido por una persona que de lo malo saca lo bueno, y de lo bueno, lo
mejor. Que siempre mira hacia adelante, que asume las consecuencias de sus
actos, y que actúa siguiendo los dictámenes de su corazón y de su instinto.
Siempre
he creído en la defensa de los ideales de cada uno como la base de cualquier
acción, tanto en la vida como en la política. Que uno jamás debe de fallarse a
sí mismo, que debe ser transparente, ir de cara, sin miedo, y sin perder el
norte por muy dura, fuerte e intensa que sea la tormenta.
He
tenido la enorme suerte de encontrar en esta vida a personas increíbles, de
haber sabido escoger bien a mis amigos, pero sobre todo, he tenido la suerte de
tener una familia que me ha inculcado valores claros y decididos como son la
honestidad, la defensa de la libertad, y el cariño y la pasión por cada proyecto
que emprenda.
Que de
lo que haga de mi vida, sean mis actos y no mis palabras los que hablen.
Jamás,
nunca, renunciaré a un objetivo. Nunca bajaré la mirada a los ojos llenos de
ira, ni cederé a los chantajes, ni a las imposiciones, ni mucho menos a las
mordazas que quieran imponer. Los idealistas somos así. No dejamos indiferentes
ni ajenos ni a propios, pero el camino que recorramos, lo haremos con la frente
erguida, la conciencia tranquila, y la certeza de que seguimos nuestro propio sino.
Podrán
amenazarnos, podrán calumniarnos, podrán unirse todos contra nosotros, pero
jamás bajaremos los brazos, ni mucho menos perderemos nuestra mayor arma: La
buena voluntad que subyace en la más limpia, honrada y sincera sonrisa.
No. No
vais a vencer. Porque nada puede frenar el sentimiento, fuerza e ilusión que
habita en los más profundo de nuestros corazones. Porque jamás contareis con
algo tan esencial e importante como es el amor, cariño y respeto de todo un
pueblo.