A golpe de latido
Nunca
sabes si las decisiones que tomas terminan siendo las correctas o no. Al fin y
al cabo, todos y cada uno de nosotros somos las decisiones que tomamos, con las
que dormimos cada noche, y con las que nos levantamos cada mañana.
Son
las que nos hacen llorar en el momento que se toman cuando son difíciles, porque
las decisiones difíciles son las que realmente acaban curtiendo el carácter.
Las que te forjan como persona y las que te enseñan a crecer durante tu propio
camino.
De vez
en cuando, en ese camino, te encuentras esas bifurcaciones en las que tienes
que elegir cuál es el sendero que debes tomar. La decisión es tuya, y aunque
desde pequeños nos enseñan a no fallar, a ser los mejores y los que más saben,
hace tiempo que has renunciado a querer ser el mejor para contentarte en
simplemente ser feliz.
En sonreír
cada día porque nunca sabes cuándo será la última vez que lo hagas.
Supongo
que es como cuando pides una canción para escribir una entrada, y acabas
encontrando una que en su título tiene algo que ver con el mar. Porque para
variar, las migas de pan que deja el destino por el camino se las comieron los
pájaros, y las piedras siempre fueron demasiado pesadas para meterlas en los
bolsillos.
Así
que confía en los latidos del corazón, que malo será.