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Mostrando entradas de octubre, 2019

Perseverare

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Creerás que no puedes más y que de nada sirve. Que lo mejor es dejar de hacer lo que haces y dedicarte a otra cosa. Que hasta aquí. Que ya no puedes más porque las piernas empiezan a flaquear, la cabeza a reventarte y el alma a desfallecer. Que las ganas se van. Que el otoño trae consigo el agua y las puertas del crudo invierno. Recordarás como un flash concatenado todos esos momentos iguales. Similares a este. Esos momentos en los que todo parecía perdido y en los que no se veía el final del túnel, en los que rendirse parecía la opción correcta pero no la más valiente. Ese momento en el que comprendiste que los errores que se tienen a propósito sirven para valorar lo que tienes.   Da igual lo duro que sea. Lo difícil o lo imposible que parezca. Que mientras exista un ápice de aire en los pulmones y medio latido en el corazón, mientras aún quede un rayo de esperanza y fuerzas suficientes para dar un paso adelante, aún quedará batalla que librar. El mundo no pertenece a

Conquistando demonios

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Y ahí lo tienes, delante de ti. Como siempre. Impasible con la mirada serena, con los ojos clavados en los tuyos y mirándote hasta más allá del alma. Hasta más allá de lo más profundo de tu mente y de tu corazón. Lo tienes ante ti. Donde siempre ha estado esperando a que decidas enfrentarte, esperando a que desenvaines para liarte a espadazos con quién te ha arrebatado el sueño, la tranquilidad, y hasta las ganas de otra cosa que no sea el terminar con esto. Te observa con los brazos cruzados sobre el pecho y las alas recogidas. Con los cuernos resplandecientes bajo la luz de las velas. Él no te tiene pánico ni terror, nunca te lo ha tenido, y nunca te lo tendrá.  El mayor de tus adversarios, el más increíble de tus miedos. El demonio que te acecha las noches sin luna y que te roba los sueños. Ese muro del hormigón contra el que has luchado años sin lograr hacer un solo rasguño. Pero tiras la espada al suelo. Caminas hacia él mirándole a los ojos y logras atisbar el d

Sombras nocturnas

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Te coserán a hostias hasta dejarte sin mandíbula, hasta que las costillas se te claven en los pulmones y el bazo te diga basta. Te romperán las tibias, la cadera y las muñecas. Te escupirán a la cara mientras estás tirado en el suelo hecho un ovillo de sangre y dolor. De pura sangre y dolor. Rezarás para que alguien corra en tu ayuda, pero la verdad es que estarás solo y rodeado de matones cuyo único pasatiempo es crear melodía de terror con cada grito de exhales, con cada lágrima que viertas y con cada gota de sudor que desprendas. Y será ahí, tirado en el suelo de un callejón bajo la luz de una farola, rodeado de sombras nocturnas, que tendrás que buscar en tu interior para resistir. Pero no vale solo resistir. No vale aguantar la paliza que cuatro matones de barrio a cara tapada te meten entre trago y pitillo. No vale, no llega y no sirve de nada. Entonces apelarás a lo que tengas más adentro de ti. A lo único que te queda y a lo que no llamas porque nunca te ha hecho

Héroe a secas

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Porque hay batallas que se libran con la mirada y contra los demonio del alba. Con la mala sangre de quienes solo buscan lo malo y nada lo bueno, contra los que únicamente quieren ser desdichados y se empecinan en serlo. Habrá batallas que se libren bajo la luz de los focos y el ensordecedor retumbar de la música. Que serán sigilosas en medio del caos sembrado por el hombre, y tan cruciales como las que precedan al Armagedón.  Porque hay ocasiones en las que ser un caballero solo armado con un anillo, será la más tierna, dura y sincera prueba de lealtad, amor y cariño que se pueda demostrar en un lugar donde los edificios rozan el cielo. Donde el tiempo solo se pare lo que dura un beso, donde una lágrima se diferencie del océano. A veces no es necesario tener superpoderes, porque un beso termina siendo la mayor de las armas, el más fuerte de los escudos, la más poderosa de las lanzas.