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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Lionheart

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Como el cosquilleo en la nuca cada vez que pronuncias la palabra “Lemuria” y recuerdas el Sol Dorado.   Exactamente igual a esa sonrisa de quien se ha ido cuando te veía entrando por la puerta de la cocina, o los ojos cargados de orgullo de quien una vez, antes de partir, sostuvo el primero de muchos libros. Es como lo que sintió Squall cuando se reconoció a sí mismo lo que sentía por Rinoa, o cuando Efrén besó por primera vez a Lady Anna, o la muerte de N. Du Heller. Como el recibir la última luz verde de la carrera y conseguir un objetivo por el que tus amigos y tú habéis luchado durante años en 24 horas.  Como la brisa de la Mar pegándote en la cara y el recuerdo permanente de quien te enseñó a caminar sobre el agua, o el olor a la sopa recién hecha y que reconoces nada más poner un pie en casa. Cuando se te van las cañas de las manos y los cubatas de los dedos, y ya ni hablemos de los dados jugados al chupito del azar. Cuando has vivido todo aquello por lo que una

De A hasta B

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Caos. Todo parece que es un maldito, absoluto y caótico desastre. Que la burocracia son losas de granito que cae una detrás de otra, que la realidad te da golpes que te dejan con las mejillas sangrando, que nunca llegas a entender cómo se podía tener tanta “pachorra” con todo lo que hay que hacer. Ahora empiezo a comprender cuando en los libros de los veteranos en esta materia dicen que es impagable el apoyo de la familia. De aquellos a los que robamos tiempo para dedicárselo a este caos. A intentar poner un poco de orden y a mejorar; Con la única ambición de mejorar y de hacer que todo vaya hacia adelante y un poquito mejor. Esto es duro y exigente, y quien no se exija y caiga en el conformismo, cava los primeros metros de su tumba.  Creo que nunca olvidaré la sensación de esta mañana. De estar sentado alrededor de una mesa con amigos pensando en el futuro. Pensando en ilusiones y en proyectos, en un mañana que está por llegar y que puede llegar. Con trabajo, tesón y sacrifi

Semillas de Invierno

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Decía un profesor mío, y curiosamente no hace mucho dijo algo similar un político gallego, que lo que le legamos a nuestros hijos es nuestro apellido, y que cuando lo hacemos, podemos hacerlo de dos formas: O como personas que trabajaron duro, honradas y luchadoras, de fuertes convicciones y de palabra, o podíamos ser un apellido más que se pierde entre la multitud de nombres que hay por el mundo. Convicción. Vivimos en un mundo donde por desgracia esta palabra cada vez pierde más su sentido. Anteponer el interés general al bien de uno mismo, anteponer el defender a los tuyos hasta las últimas consecuencias, ese es el último baluarte que existe hoy en día para ir por la calle con la cabeza alta, y jamás se deben olvidar esta clase de actos, porque aunque no nos lo creamos, son los actos que transforman a la sociedad. Cuando uno planta una semilla, nunca sabe si a pesar del esfuerzo, del trabajo y del sacrificio que ha realizado para comprarla, va a dar sus frutos cuando e