Semillas de Invierno


Decía un profesor mío, y curiosamente no hace mucho dijo algo similar un político gallego, que lo que le legamos a nuestros hijos es nuestro apellido, y que cuando lo hacemos, podemos hacerlo de dos formas: O como personas que trabajaron duro, honradas y luchadoras, de fuertes convicciones y de palabra, o podíamos ser un apellido más que se pierde entre la multitud de nombres que hay por el mundo.

Convicción. Vivimos en un mundo donde por desgracia esta palabra cada vez pierde más su sentido.

Anteponer el interés general al bien de uno mismo, anteponer el defender a los tuyos hasta las últimas consecuencias, ese es el último baluarte que existe hoy en día para ir por la calle con la cabeza alta, y jamás se deben olvidar esta clase de actos, porque aunque no nos lo creamos, son los actos que transforman a la sociedad.

Cuando uno planta una semilla, nunca sabe si a pesar del esfuerzo, del trabajo y del sacrificio que ha realizado para comprarla, va a dar sus frutos cuando esta florezca. Si dará vida o se pudrirá en la tierra como les ha ocurrido a otras, pero si algo tengo claro, es que si esa semilla brota en invierno y resiste hasta la primavera, será uno de los árboles más duros, fuertes y frondosos que se hayan visto.

Porque ningún árbol solitario forma un bosque, ni todos los árboles que ahora son fuertes se han plantado en primavera. Porque cuando luchas por una causa perdida, esta deja de serlo para ser algo por lo que vale la pena luchar.




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