Luna roja
Y
llega un momento en el que cruzas la meta. En el que logras llegar. En el que
después de tiempo luchando por causas perdidas las terminas ganando, ese
instante en el que después de la euforia, asimilas que se terminó ese sendero.
Has obtenido uno de los medios necesarios para un fin, pero se acabó.
Ahora
es como un vacío. Como el famoso clavo que Rosalía de Castro se arrancó del
corazón. Como la inexistencia de un tiempo pasado que acabó marcando el futuro.
Como la cara oculta de la luna, a la que nadie nunca logra llegar, donde se
acaban las comunicaciones, la conexión, y el tiempo deja de existir.
Dicen
los viejos de la vida que cuando empiezas a pender de un hilo, es cuando
realmente comienzas a rendir, y quizás me he acostumbrado a caminar por el
borde durante tantos años que el haber dado un paso hacia atrás para salvarme
del precipicio, haga que parezca que mi vida se ha parado.
Pero
siempre hay y habrá nuevas metas por conquistar. No porque el mundo haya dejado
de parecer tan grande, si no porque tenga quizás menos alicientes y sea más difícil
encontrarlos. Y hay personas que no sirven para solo ver la vida pasar.
Algo habrá. Siempre lo hay. Siempre hay una causa que vale la pena, al igual que siempre habrá algún descerebrado dispuesto a dar su último aliento de lealtad por defenderla.