Con todo, contra todo
Todos
y cada uno de nosotros somos las decisiones que tomamos. Quizás existan
personas que si se les pregunta acerca de cambiar alguna de las decisiones que
hayan tomado, lo harían. A día de hoy, reconozco que no me arrepiento de
ninguna. Somos las decisiones que tomamos.
No me
arrepiento de haber tomado decisiones que quizás causaron más daño a otras
personas antes que a mí, al igual que no me arrepiento de haber tomado
decisiones que hicieran más daño a uno mismo que a los demás. Todo cuanto he hecho
tiene un motivo, una razón y un significado, y la única persona que debe
conocer esos motivos y esas razones, es aquella que quiera conciliar el sueño
por las noches con uno mismo.
Las victorias
exigen sacrificios, y el futuro en ocasiones demanda al pasado que no lo hipoteque.
Que ni se le atreva a cuestionar las acciones que se toman con el único
objetivo de buscar la felicidad y el cumplimiento de los sueños de uno mismo,
porque nada ni nadie está por encima del deseo de ser feliz.
Por
todo, contra todo. Porque jamás uno debe de pedir perdón por aquellas decisiones
que toma siguiendo al corazón, a la fuerza de sus convicciones y a la
confianza en uno mismo. Porque nada ni nadie puede ser el motivo por el cual renuncies
a tu libertad.