Un brindis por San Miguel
Llega un
momento en el que hablas por pura mecánica. En el que los nervios son tan
fuertes que en lugar de un estómago tienes una caldera, y el fuego que antes
dormitaba en tu corazón ahora se expande por todo el cuerpo.
Es
como el sonido que hace una botella al descorcharse, en especial una botella
que lleva cerrada mucho tiempo. 17 años. Es esa liberación que te recorre el espíritu al
soltar lastre y dejar detrás de ti la estela de tu paso. Es saber que se ha
terminado una etapa del camino, y que otra espera tras el ocaso.
Porque
las batallas que libra uno mismo en solitario son quizás las más difíciles, y también las
que más curten el alma. Porque las victorias después de no ceder en cada
derrota, en cada golpe contra la puerta que se negaba a abrirse, terminaron por
tirarla abajo.
Porque como dice una antigua canción: los sueños solo mueren cuando por fin se hacen
realidad. Y hoy se ha cumplido quizás el más grande de todos. Un brindis por ello, y en especial, por los que ya no están.