Corazón-hadas
Porque esto no va de aguantar presión, ni morir de estrés, ni de decisiones eternizadas por el miedo a lo que pueda ocurrir. Decía un expresidente del gobierno que los errores son perdonables, pero no la estupidez, y siempre he creído que no hay mayor estupidez en la vida que no tomar decisiones por miedo a equivocarnos, a que pese más lo malo que lo bueno, a renunciar a los saltos de fe. Porque si no, ¿qué sería de la vida sin esos saltos sin red, agua o cuerda que te proteja? Como el sonido de la lluvia en el exterior que cae con fuerza sobre el suelo. Como el retumbar de los truenos que hacen que vibren los cristales. Como el sentimiento que nace en el pecho y que sabe la causa por la que decide luchar. Por esos saltos de fe basados en el susurro a oído del hada madrina, por los impulsos que se dan con el corazón; por las corazonadas.