Namasté
Quizás pueda considerarse una maldición el ser esclavo de los actos que uno realiza. De los juramentos por Dios que he realizado y que se cuentan con los dedos de una mano, y por los que he llorado, luchado y sacrificado más de lo que pueda recordar.
Pero todo vuelve, todo ocurre por alguna razón,
quien se va es porque no hace falta, y lo que se hace se paga.
Estas cuatro frases son quizás los pilares de
una fe, de una religión que trasciende a la Santísima Trinidad o a cualquier
deidad, a cualquier fuerza física. Que lo sobrepone y supera.
El Karma es el juez de todos y de cada uno de
nuestros actos, es la energía que lo mueve todo y que se transforma de nuestros
comportamientos y acciones. Es la responsabilidad de actuar cuando se deba actuar
y por parte de quien tiene la capacidad de hacerlo.
Porque quizás tenga razón Confucio cuando dijo
eso del “no hagas a otros, lo que no quieras que te hagan a ti”.
En este día 12, en esta noche de juramentos pasados, ahora cumplidos, al Universo solo puedo decirle: Namasté