La Fuerza de la Fe
De
nada te sirve seguir adelante si no tienes un motivo para hacerlo. De nada te
sirve vivir si no tienes una meta que alcanzar, un horizonte que cruzar o un
sueño que cumplir. Porque el tiempo que tenemos en esta vida es de prestado,
porque todos nacemos para morir, y todos somos dueños de nuestros actos.
Somos
nosotros los que elegimos la manera en la que queremos ser recordados. Es la
fuerza de nuestro corazón la que realmente mueve nuestros pies, la que
realmente nos da la vida.
Los
primeros pasos quizás son los más jodidos, y porque al igual que ocurre con una
piedra, lo difícil es ponerla a rodar. Porque lo fácil es quedarse sentado en
el sofá viendo las agujas del reloj dando vueltas sin cesar.
Pero levántate.
Levántate recordando que nadie puede hacerte sentir inferior sin tu permiso, y
que la confianza no la da el tener siempre la razón, si no el no tener miedo a
equivocarte. Y cuando las fuerzas comiencen a flaquear, no olvides que te
levantas cada mañana con la fuerza de la fe en uno mismo.